AEROPAGO

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jueves, 30 de septiembre de 2010

El evangelio de la "prosperidad" ( 1ra. Parte )


Abrí mi Biblia y leí 1ra.Tesalonicenses 2:3-5 :”Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios que prueba nuestros corazones. Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo”.
Los siervos de Dios, llámense como se llamen o como usted quiera llamarlos, son mayordomos por designación divina a quienes se les “confía el evangelio”. Este es un gran privilegio; pero al mismo tiempo, una responsabilidad solemne. “Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (2 Corintios 4:2). Esta fidelidad implica por lo menos tres elementos que deben ser los correctos: el mensaje (nuestra exhortación no procedió de error), el motivo (ni de impureza) y el método(ni fue por engaño).El mensaje debe ser el correcto y este mensaje es el evangelio de Jesucristo, el evangelio de la gracia de Dios. Existe un sólo evangelio y éste se centra en la muerte, sepultura y resurrección de Cristo Jesús. El evangelio (buenas nuevas) es “que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las escrituras” (1 Corintios 15:3-4). Los pecadores que se arrepienten y confían en Jesucristo son perdonados y Dios les concede el Don de la vida eterna.(véase 1 Juan 5:10-13).Dios es tan celoso respecto a su mensaje que El mismo declara “anatema” a cualquiera que predica “otro evangelio”(véase Gálatas 1:6-9). Los que cambian su mensaje añadiéndole , quitándole o pervirtiéndolo, son maestros falsos que le son infieles al Señor y están en peligro de recibir su castigo. Su mensaje proviene “del error”.El evangelio de la prosperidad de nuestros días está perfectamente acomodado a una sociedad como la nuestra que idolatra la salud, la riqueza y la felicidad. Las personas que predican este evangelio rebuscan por aquí y allí en el antiguo testamento, para extraer sus versículos comprobatorios; pero rechazan a sabiendas “todo el consejo de Dios”(Hechos 20:27). El “evangelio de la prosperidad” es un mensaje para la gente que busca una “solución rápida” para sus vidas; pero no un cambio permanente en su carácter. Pareciera ser que hay demasiados cristianos que desean disfrutar la sensación de sentirse bien; pero no están dispuestos a sufrir los inconvenientes de seguir el bien.¿Porqué se preocupa tanto Dios porque prediquemos el mensaje correcto?. Porque Dios exige integridad y el evangelio falso la destruye. En primer lugar, el mensaje del evangelio se relaciona vitalmente con la naturaleza misma de Dios. Jesús no se limita a salvar, Él es el salvador. Cuando cambiamos el mensaje de Dios, cambiamos al Dios del mensaje. El “dios” de los predicadores de la “prosperidad”, no es el Dios de la Biblia o el Dios de la Iglesia histórica.El evangelio “pop” de la “prosperidad trata de hacernos creer que la mayor preocupación de Dios es hacernos felices, no santificarnos y que se preocupa más por nuestro bienestar físico y material que por el moral y espiritual. El “dios de la prosperidad” es un mensajero celestial cuya única responsabilidad es responder a todos nuestros llamados y asegurarse de que estemos gozando de la vida.Cuando escucho a estos predicadores hay varias preguntas que vienen a mi mente. De acuerdo con su teología, ¿dónde está el Dios de Abraham, a quien se le pidió que sacrificara a su único hijo? ¿Dónde está el Dios de Isaac, que estuvo dispuesto a colocarse en el altar?¿Dónde está el Dios de Jacob, cuyos hijos le causaron dolor y vergüenza?¿Dónde está el Dios de Moisés, a quien le fue prohibido entrar a la tierra prometida por haberle robado la gloria a Dios?¿Dónde está el Dios de los apóstoles que fueron arrestados, azotados, martirizados y muertos porque seguían predicando a Jesús?¿Dónde está el Dios de nuestro Señor Jesucristo quien sufrió como nadie ha sufrido jamás: “Herido de Dios y abatido”(Isaías 53:4).No encuentro a ese Dios en sus predicaciones. ¿Por qué? Porque no se adapta bien a su mensaje. Predican un evangelio sin integridad, un mensaje incompleto, divorciado del mismísimo Dios que afirman representar. Un evangelio parcial no es evangelio, ya que no puede haber buenas nuevas cuando Dios mismo queda excluido de ellas.Nuestra tarea no es decirle a la gente lo que desea escuchar, nuestra tarea es darles lo que necesitan del evangelio tratando de lograr que lo deseen.El mensaje de la “prosperidad” aconseja al creyente de la actualidad a no pronunciar nunca palabras que signifiquen dolor, enfermedad, fracaso. Hace poco fui invitado a una cruzada y he aquí lo que un predicador les pidió a sus oyentes que repitieran en voz alta: “Todo lo que toco prosperará. No puedo fracasar. Nada de lo que toco fracasará. Todo lo que toco tendrá éxito. No sé lo que es el fracaso”.Otros ofrecen buena cosecha y abundante, si antes siembras en sus manos dinero. Otros te ofrecen un 4x4 si es que eres capaz de regalar tu viejo peugeut. Otros te ofrecen que pares de sufrir si compras esto u otra cosa. Otros te ofrecen que sanarás, que encontrarás trabajo, que volverás a unirte al ser amado, etc., etc.Al escuchar tales tonterías, uno comienza a preguntarse si realmente tenemos una traducción correcta de la palabra de Dios. Ciertamente no hay nada de eso en mi Biblia. Si resolvemos poner a Dios en servidumbre con respecto a todos nuestros caprichos, se convierte entonces en nada más que despensero bajo nuestras órdenes. ¿Y qué ocurre entonces si mi plan fracasa? Bien, evidentemente debe ser culpa de Dios. Si no me da exactamente lo que le pido, Él debe de haber fracasado en algún punto…(continuará)

viernes, 24 de septiembre de 2010

El siervo de Dios y las riquezas.


En el colegio salesiano donde no sólo estudié, sino que viví (Don Bosco), se me enseñó que el orgullo, el dinero y el sexo eran las armas principales del enemigo para arruinar un ministerio y que con frecuencia se presentan juntos.
Un líder religioso llega a ser famoso y rico, luego se llena de orgullo y más tarde se convierte en su propia ley y hace lo que le place. El ministerio requiere dinero; pero debemos ser cuidadosos de que el dinero no comience a apoderarse del ministerio. Los ministerios radiales y más aún los de televisión, son medios costosos, de modo que no nos debe sorprender si los siervos que buscan estos medios, se preocupen por el dinero, que alguien tiene que pagar.
¿por qué Jesús se refirió a las riquezas injustas (Lucas 16:9)? ¿Y por qué nos advirtió sobre “el engaño de las riquezas” (Mateo 13:22)? La riqueza es peligrosa e incluso el cristiano más fervoroso puede encontrarse atrapado en la adoración a Mammón y ni siquiera darse cuenta de lo que está haciendo.
En su palabra declaró: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a mammón (las riquezas).
El “señor dinero” posee muchas de las características de una deidad. Confiere seguridad, puede inducir culpa, nos da libertad, nos otorga poder y parece ser omnipresente. Sin embargo, lo más siniestro de todo es que ambiciona la omnipotencia.
El “señor dinero” reclama la lealtad y el amor que le pertenecen sólo a Dios, y posee el poder de atraparnos si no somos cautelosos. El dinero es un siervo maravilloso, pero un amo terrible, y sólo una devoción disciplinada hacia Dios nos permite mantener a mammón en su sitio correspondiente. Jesús dijo: “Mirad y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”(Lucas 12:15). “Porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación”(Lucas 16:15).
Uno de los atributos necesarios para el ministerio es “No codicioso de ganancias deshonestas”(véase Tito 1:7). Por consiguiente, el pueblo de Dios tiene el derecho de saber si sus ministros manejan o no sus finanzas con sinceridad. Creo que esto se aplica a cualquier persona que por su propia voluntad vive del sostenimiento de otros y esto incluye a los ministros, ministerios radiales o de televisión, misioneros, evangelistas, profetas, apóstoles, pastores de iglesias locales, maestros, sacerdotes, y en fin, todo aquel que en su trabajo y mensaje, incluye el recoger el dinero de los demás a modo de ofrendas voluntarias, o como se está viendo últimamente, valores pre establecidos para poder verlos y escucharles. El siervo de Dios codicioso se convertirá ya sea en un charlatán o en un asalariado. Muchos charlatanes venden sus dones por dinero y utilizan su Biblia y su congregación del mismo modo en que un actor usa un libreto y una sala de espectadores. Concluyendo mi querido amigo, el dinero no es neutral, sino esencialmente malo y debemos estar alerta ante sus poderes seductores.: “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; NO POR GANANCIAS DESHONESTAS, sino con ánimo pronto”(1 Pedro 5:2).