AEROPAGO

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viernes, 1 de abril de 2011

¿SE VENDE EL EVANGELIO Y LOS DONES DE JESUCRISTO?


Martín Lutero protestaba en contra de la iglesia romana de su tiempo porque se vendían “indulgencias”, o sea, el perdón de pecados.
Lutero entendió que no se puede vender el perdón, puesto que es un don que ya fue pagado por Jesucristo en la cruz.
Por ejemplo, si alguien recibe el don espiritual de la enseñanza, ¿podrá entonces vender sus enseñanzas? ¿Debe cobrar al público por oírlas?
¿Qué diferencia hay entre la venta del perdón de pecados por la iglesia católica, en el tiempo de Lutero, a la venta del evangelio que hacen muchos pseudo-ministros en la actualidad?
Alguien podrá decirme:
Pablo dijo que, El Señor ordenó “a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.”
(1 Corintios 9:14)
Entonces, ¿Quiso decir el Señor que deben vivir del dinero que ganan por vender el evangelio? ¡NO! porque en
Mateo 10:8 Jesús mismo ordeno: De gracia recibisteis, dad de gracia.
Ellos tenían que dar el evangelio gratuitamente, y vivir de lo que la gente les daba en ofrendas voluntarias. Esto es lo que practicaba el mismo Señor Jesús.
Obviamente este método funciona porque nunca oímos una palabra negativa de Jesús y los apóstoles, quejándose de “escasez de fondos”, como oímos a menudo de los ministerios de hoy.
Si predicamos el evangelio por dinero, damos al mundo la impresión de que el Señor Jesús no es mayor que los otros maestros religiosos, y que sus seguidores no son diferentes que los de las otras religiones que sacan ganancias de la venta de accesorios religiosos.
Ese no es el testimonio que el Padre Celestial quiere que se dé acerca de su Hijo Jesucristo.

PREGUNTO:

¿Por qué no vendió Moisés su mensaje a los ancianos de Israel? ¿Por qué no cobro Elías al pueblo para ver el enfrentamiento en el Monte Carmelo, contra los profetas de Baal?
¿Por qué no vendía Juan el Bautista su bautismo?
¿Por qué cuando Felipe le predicó al eunuco rico, tesorero de la reina de Etiopía, no le pidió ofrenda?
El vender el mensaje o pedir dinero en nombre del evangelio constituye el “amor al dinero”, lo que la Biblia llama raíz de todos los males. Esto ilustra la condición trágica en la que se encuentran muchos evangelistas en nuestros tiempos, imaginándose tener la unción, cuando en realidad son “miserables, pobres, ciegos y desnudos”
(Apocalipsis 3:17)

Déjenme preguntarles también:
Si algunos cristianos han recibido el don para ministrar al Señor y a la iglesia en alabanza, ¿Deben cobrar por ministrar? Si lo hacen, lo que venden ya no es alabanza y ya no es adoración, ya no es música santa, porque ha sido contaminada, y necesita ser removida del templo de Dios.
“Y dijo a los que vendían palomas:
Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado.”
(Juan 2:16)
La “casa de mi Padre” no se refiere solamente al edificio de piedra del templo, si no a todas las actividades que se llevan a cabo adentro.
Los sacerdotes y levitas habían sido instruidos por Moisés a comer los sacrificios santos y las ofrendas del pueblo de Israel, no a cambiar esos sacrificios por oro, plata, joyas o dinero.
Cada sacrificio a Dios debe costar algo al ministro que lo ofrece, y no producir una ganancia económica a su favor.
Pero muchos hombres hoy en día se hacen pastores y otros se dedican a cantar para no trabajar con sus manos y vivir de las ofrendas y diezmos de sus seguidores.
El Rey David dijo, “...porque no ofreceré
a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada.”
(2 Samuel 24:24)
Por eso, David compró la era y los bueyes que habían sido usados para la agricultura y los dedicó a Jehová. Y ya que lo había dedicado a Jehová, no los volvió a vender.
La “enseñanza” o el don que se vende y que produce ganancias económicas para el ministro, el tal ha perdido su recompensa delante de Dios; igualmente el músico que pone precio a la alabanza.
Respecto a esto un pastor me decía: Nosotros mismos somos los culpables, porque les hemos hecho creer a los evangelistas y cantantes, que son estrellas, y que entre más populares son, se merecen todo.
Así es, y es muy trágico todo esto, sin embargo hay pastores que les llegan al precio a estos miserables cantantes:
Volar en primera clase.
Limosina y chofer privado.
Hotel de cinco estrellas.
Suite presidencial.
Manjares delicados.
Y por supuesto, una jugosa y apetitosa “ofrenda de amor”.
Claro, todo esto muy pero muy aparte, de los $5.000 dólares o más, estipulados de ante mano en el contrato.
Ahh… y se me olvidaba, sin contar lo recaudado por el material de música o mensajes grabados o escritos en libros, además de otras curiosidades.
Claro esto les conviene a muchos pastores, porque, así atraen mas gente a sus espectáculos y por consiguiente más plata de la que se llevara el “evangelisto” (muy listo, según su propia opinión) y la “estrella” de música.

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